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Para la cuarta emisión de Dossier; encuentros colaborativos se trabajó con la ‘Cooperativa La Cosecha’, radicada en San Cristóbal de las Casas. Se trata de un espacio destinado a la cultura libre en el que se propugna por el intercambio de ideas y experiencias en torno a las luchas y las alternativas al sistema de opresiones. Adheridos a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, publican reproduciendo textos desde la noción da cultura libre, que comparan con una milpa: ‘los libros que hacemos con nuestras manos son nuestra forma de imprimir afectos que empiecen a sanar el mundo’ –nos dicen. Están concentrados en las ciencias sociales, los movimientos políticos y el pensamiento crítico, con el objetivo de a fortalecer las publicaciones independientes y libres de México y otros países hispanohablantes.


El encuentro se desarrolló como una invitación de la artista Beatríz Millán, e incorporó una propuesta construida en conjunto para generar, desde una perspectiva performativa, una contra-campaña publicitaria con trípticos que exponen la otra cara de las regiones turísticas chiapanecas. Todo remite a los problemas ambientales derivados de la industria extractiva, políticas y proyectos o tratados encubiertos y falsamente ecológicos para el negocio turístico. Los más evidentes, y por ello preocupantes, son los derivados de la extracción de petróleo, de energía eólica, la minería, las represas, el ecoturismo, la especulación inmobiliaria, las concesiones de agua a grandes transnacionales, la compra y venta de bonos de carbono, los monocultivos de café y palma, los agrotóxicos, las patentes de recursos genéticos y los gaseoductos. Esto hace del Estado, según la gran biodiversidad que posee, un centro geoestratégico para el despojo. De forma paradójica, Chiapas es uno de los Estados con mayor flujo turístico a nivel internacional. Turismo que, a pesar de propiciar el disfrute de los paisajes y la cultura de la región, es indiferente o ignora estas problemáticas que sufren especialmente los pueblos y tierras indígenas.


Para la creación del material se trabajó previamente con múltiples colaboradores: desde la población afectada por megaproyectos, colectivos, asociaciones por la defensa del territorio, como espacios de creación y hostelería. Así, gracias a la colaboración de ‘Otros Mundos Chiapas’, ‘Consejo Autónomo Regional de la Zona Costa de Chiapas’, ‘Frente Popular en Defensa del Soconusco 20 de Junio’, se sumó la ‘Cooperativa La Cosecha’, y el mismo proyecto ‘Dossier; encuentros colaborativos’.


Su estrategia es algo que podría llamarse camuflaje cultural, muy similar al desvío con el que los situacionistas trabajaron, que consiste en  ‘la integración de las producciones actuales o pasadas de las artes en una construcción superior del ambiente’. Implica, por un lado, la disminución del sentido de lo original en cada elemento singular y autónomo y por el otro, la organización de un conjunto de significaciones diferenciadas que renuevan los mensajes a interpretar. De este modo, los folletos turísticos simulan el formato simple de las estrategias para la promoción turística de bajo costo, que frente a una primera mirada de nacionales o extranjeros pueden pasar por reales. De este modo, de manera subrepticia, se difunden una serie de problemáticas que brindan información muy específica acerca de los avances de la industria que parapetada tras la idea de progresismo regional, está dedicada a negociar con los territorios desde sus recursos naturales, invadiendo zonas y precarizando las condiciones de vida de las poblaciones circundantes.


Comentario crítico.- La propuesta planteada para este cuarto encuentro, no fue la opción original pactada por los participantes. La primera opción fue una festival que trataría temas de ecología y reutilización de los recursos, para involucrar y vincular a algunos barrios de San Cristóbal mediante una rodada en bicicleta, y que contaría con una feria en la que se expondrían productos y organizaciones afines.


Debido a las diferencias de los involucrados –Iliana García, Óscar Armando González Balleza y Beatríz Millán–, el proyecto nunca pudo concretarse. Si bien la propuesta era ambiciosa, parecía realizable solo sí los involucrados hubieran tenido mayor voluntad para organizarse y gestionar de mejor manera sus recursos. Y esto era deseable, pues proyectos como estos llevados a cabo con ahínco en zonas vulnerables, podrían tener una gran repercusión en los modos en los que se concibe la participación pública.


Sería demasiado fácil decir que la primera propuesta no se realizó debido a la distancia o a las múltiples ocupaciones de los integrantes, sin señalar que faltó voluntad integradora de parte de los participantes. De cualquier modo, la propuesta INFORMACIÓN TURÍSTICA resultaba ser una segunda opción más aterrizada que seguía empleando la difusión de problemáticas de la zona, y que planteó un buen empleo de los recursos y realizó, de manera sintética, las premisas planteadas en un inicio para el festival.


A pesar de que el lenguaje de algunos de los trípticos es especializado para un público general, esto no le resta méritos, pues ese tipo de aprendizaje es fundamental para realizar acciones significativas que desde argumentos informados hagan posible encontrar opciones viables de resistencia informativa.


Y a pesar de que el espectro que se cubre es reducido en cuanto a cantidad de personas que en verdad puedan incorporar dicha información, se trata de gestos que aportan más que datos, haciendo accesibles ejemplos sencillos y relativamente económicos para señalar problemas específicos radicados en comunidades acotadas. En este caso la intersección entre arte y vida pública arroja un resultado con potencia y desde el cual cualquier debate esteticista resulta intrascendente, pues su intención fundamental es de diseminar una postura crítica.
 

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