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¿CÓMO DESPEDIR UN RÍO? fue la producción resultante del trabajo llevado a cabo en el segundo Dossier; encuentros colaborativos. Se trató de un proyecto de intervención sonora y asamblearia en el cual, en medio de un paisaje que evocaba el rumor del Río de los Remedios que se encontraba en proceso de entubado en ciertas zonas de Ecatepec, se le preguntó a los vecinos del lugar cuál podía ser la mejor manera de ‘despedir’ dicho afluente. Y es que todo se llevó a cabo en una zona en la cual se realizaba el embovedamiento de 7 kilómetros de su caudal. La pieza fue propuesta por los artistas Leticia Cordero, Hernán Alfonso y Daniel Homero —productores visuales que desde distintas perspectivas abordan temas vinculados a la corporalidad, los rituales de lo urbano y su contraposición con lo natural—. En ella se propuso una ambientación en uno de los espacios cercanos a la obra, donde se realizó una asamblea abierta para intercambiar ideas e historias entre los asistentes. Este río, junto con otros afluentes, forma parte de la cuenca del río Moctezuma en la región hidrológica del Pánuco. Su afluencia inicia en el vaso regulador El Cristo, incrementada por los ríos Tlalnepantla y San Javier, para descargar sus aguas en el Gran Canal del Desagüe. El Río de los Remedios fue una de las pocas corrientes fluviales aún existentes de la Ciudad de México. Sin embargo en las últimas décadas estuvo condenado a ser depósito de basura y generador de contaminación y pestilencia. Hay quienes dicen que incluso cadáveres humanos se han encontrado en el fondo de sus aguas. De cualquier modo la aceleración de la obra, detenida por varios años, parecía no obedecer necesariamente al mantenimiento de los límites de los municipios de Ecatepec y Nezahualcóyotl y a la solución de las problemáticas que esto ha desencadenado, sino que con ello se pretendía construir una vialidad de acceso al todavía proyectado Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en Texcoco, lo cual implicaba intereses económicos de poderosos grupos en el país. La obra aledaña al entubamiento, en la que permanece inconclusa una pista deportiva, presenta grandes pilares (que son en realidad respiraderos de los que emana aún el tufo del río contaminado) que parecían ser las ruinas de una modernidad que no ha llegado aún, y que ya se imagina poco probable. En estos paisajes comunes de una ciudad en eterna indefinición, se propuso entonces un sutil acto reivindicativo: un adiós ritual que nos reuniría, y que mediante el pretexto de una despedida, sugería los motivos de tales ecocidios, y la conciencia necesaria para impedirlos.


Por el contrario de la pieza documentada en el Dossier anterior, esta resultó en su primera etapa muy exitosa, justamente porque en el establecimiento de esta asamblea se rompieron las barreras entre artistas-productores y espectadores. Esto generó confianza y la posibilidad de un proyecto futuro entre todos los participantes. Si bien en este caso la investigación partió cuestionando los límites del arte, tal cosa generó certidumbre acerca del lugar en el cual era posible intervenir según ciertos métodos ya empleados en piezas documentadas en la historia del arte. Lo anterior abrió posibilidades mayores que implicaron la intervención consensuada de nuevos integrantes con intereses afines. Por ejemplo, una de las propuestas emanadas de la asamblea realizada con los vecinos en la zona fue la de un concurso de salsas para llevar a cabo la despedida del río. Frente a ello, los vecinos votaron a favor, lo cual implicaba una posible administración de las funciones y los recursos. Y, por supuesto, una nueva investigación —no formal, pero evidentemente funcional— vinculada también a manifestaciones culturales, pertinentes para los habitantes de una zona con problemáticas específicas de aislamiento y reducida participación.

Comentario crítico: El trabajo en conjunto dio un resultado favorable en un principio. El modo de organización fue compartimentado, pues cada uno de los integrantes de este segundo encuentro llevó a cabo labores que tenían que ver con su propia producción, para colocarlas en el centro y así realizar una experiencia compartida. Además de la ambientación sonora realizada por Leticia Cordero, en la que se emplearon las bocinas de un comerciante ubicado en la salida del metro Río de los Remedios, Daniel Homero realizó sillas de madera diseñadas especialmente para generar otro tipo de experiencias sonoras en las que el usuario pudiera girar palos de lluvia incorporados a la misma estructura en un costado. Así, quien se colocaba ahí podía optar por moverlos y, mientras observaba el paisaje desecado de la zona, escuchar el sonido líquido que desprendía el instrumento. Por su parte, Hernán Alfonso, quien era habitante de la zona y propuso dicha localización, se dedicó a reproducir las invitaciones y a colocarlas en distintos puntos de la zona para convocar a los asistentes.


Si bien lo anterior se complementó con la participación de los habitantes, fue difícil mantener el trabajo en conjunto por más tiempo. Sí se realizaron más reuniones y entrevistas con otros agentes para profundizar en la problemática de la zona y actuar con mayor conocimiento de causa. Sin embargo, luego de la intervención y las asambleas, era muy importante continuar con los vínculos con la comunidad de vecinos.


Habrá que señalar de nuevo que los intereses colectivos ceden rápidamente ante los imperativos de un individualismo que por un lado, necesita incorporarse al mercado de trabajo para sostener necesidades de subsistencia, y donde el artista puede llegar a ser reconocido como tal. Por otro, los intereses múltiples, y muchas veces fragmentarios de cualquier organización grupal deben generar estructuras a las cuales no todos desean ceñirse. Así, lo colectivo es rápidamente abandonado, debido en gran medida a que hay poca capacidad para negociar subjetividades diferenciales. En los peores casos lo que suele ocurrir en el trabajo colectivo es el conflicto directo, debido a que hay poca pericia para negociar con los otros, renunciando a los imperativos individuales. En los mejores, comienza a crecer una tibia indiferencia que termina por enfriar las relaciones. Y no es la trascendencia de tal o cual obra lo que termina perdiendo fuerza, sino la posibilidad de generar relaciones más amplias y complejas capaces de administrar sus recursos sensibles.
 

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